El músico prefiere permanecer en el anonimato al ocultar su identidad -no da conciertos ni hay fotografías, tan sólo alguna entrevista- creando un halo de misterio que se traslada directamente a la música: envolvente y oscura, con ecos espectrales de voces femeninas, edición de baja fidelidad, hipnótica, viciada y cavernosa. Los orígenes jamaicanos del dub se han perdido por el camino para crear, a base de manipulaciones, nuevas pequeñas maravillas como esta. Caballo ganador en varias listas de discos de año, por su originalidad lo merece.
domingo, 9 de diciembre de 2007
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